Recuerdos que cruzan esta mente desquiciada

Como nunca es día el sol brillaba en lo alto del cielo, eso le daba esperanza, la hacía pensar que las cosas saldrían bien.
Al día siguiente se levanto con una amplia sonrisa en el rostro pensando lo que le esperaba, se dispuso a abrir las cortinas con ánimo y entonces el mundo se derrumbó.
La lluvia caía como si pretendiera inundar el planeta, como si la vida no quisiera que ellos pudieran ser felices.
Ella estaba muy deprimida, pero eso no impediría que fuera a ese lugar, mientras él estuviese ahí, valdría la pena asistir aunque lloviera o relampagueara.

Más tarde comprendió todo.

Ella: Odio la lluvia, me deprime.
Él: A mi tampoco me gusta
Ella: Y sin embargo, me tragiste aquí, bajo ella.
Él: Sólo era para hacer aún más mágico este momento.

La abrazó y miró sus ojos que poseían una expresión desconcertada.
Ella no entendía a que se refería.
Sus ojos se fundieron en los de él y entonces sintió como su corazón se aceleraba,
avergonzada bajó el rostro y entonces él musitó:

-Estoy casi seguro de que después de esto, intentarás no odiar tanto la lluvia.

Con dos dedos subió su mentón y entonces sus labios se juntaron para comenzar un beso profundo y una hermosa historia.